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29 junio, 2011

El lujo entre prendas invisibles

Solía tener un novio que me acompañaba en las tardes de invierno a lanzarle bolas de nieve a los niños que recorrían el camino hacia la colina con sus snowboards en la espalda y una enorme sonrisa en la cara, la cual, por supuesto se agudizaba aún más cuando se disponían a luchar contra nosotros en una guerra de bolas de nieve en plena avenida con autos pasando a baja velocidad con cadenas en los cauchos. Las horas eran largas pero los días no lo suficiente para disfrutarlo en todo su esplendor, amaba a ese chico, era alto, delgado, tenía el cabello marrón claro y la cara de un jovencito con un gran futuro; entre sus ojos destellaba un amor por mí tan intenso que podía hacer cualquier cosa que le pidiera para hacerme feliz incluso saltar en bongie o de un avión con paracaídas-, el hecho es que no estaba interesada en nada de ello. Leía semanalmente el New York Times en la sección de salud, ya que me disponía a ser medico en un futuro no muy lejano, fue entonces donde descubrí el titulo de algo que me logró interesar:


Científicos reafirman la importancia del sexo mediante un estudio sobre la intensidad del mismo en el éxtasis.

Recomendaban relaciones sexuales intensas y duraderas a diario, una vida activa sexualmente significa una vida saludable, y sería una utopía llegar a ser médico y estar enfermo en cama la mayor parte del tiempo. "Kamasutra es una buena guía para llegar al estado que necesitamos los humanos diariamente, pero personalmente prefiero sugerir tríos u orgías en su defecto para estimular las hormonas y que nuestro cuerpo se renueve mediante el acto sexual", dictaminaba la Doctora en medicina Miku Hatsune al New York Times de esa edición. Me interesó a tal puto que decidí contactaría por correo electrónico y rezar a los dioses para que el mismo no se trunque e imposibilite su envío, de cualquier manera, la Dra. Hatsune me respondió con unas extensas líneas del efecto que el sexo le ofrece a nuestra vida y nuestro cuerpo respectivamente, continuaba diciendo que se ofrecía para tener una charla más personal y me invitaba a su consultorio sobre la 3ª y 8ª avenida en Manhattan en el lujoso edificio Royals Lakes, donde se alojaban por las tardes los más exitosos abogados, vendedores de bienes raíces, médicos de cirugía plástica y cirujanos. Mi novio me inducía a aceptar la invitación e ir juntos para una sección con la mística doctora y así mejorar nuestra relación, todo era inocencia hasta ese entonces.

La noche siguiente escogí el mejor traje que tenía en el ropero; un Prada blanco con bordados casuales dorados sobre la altura de los pechos, con el típico PRADA de Miuccia, que terminaba en pliegues estilizados con estampados dorados con PRADA por todos lados, el vestido me llegaba a la altura de quizás unos diez dedos por encima de la rodilla, por lo que era realmente corto. Unos tacones de aguja GUCCI dorados con el típico Gucci inscrito elegantemente sobre un costado de cada uno de ellos, una cartera colgaba sobre mis brazos de la firma Versace completamente dorada y mis lentes Dolce & Gabanna reposaban sobre mi tabique brindándole una vista de lujo a mis ojos retocados con Clinique respectivamente. Mi novio iba con un elegante traje de corte italiano de la firma Armani, poseía un Rolex adornando su muñeca y un par de yuntas de Swarovski reemplazaban los botones del puño de su camisa blanca.


Llegamos a eso de las 3:33pm al consultorio de la Dra. Hatsune sin una cita previa, sin embargo, su secretaria nos dejó entrar a ambos a su oficina sin chistar al oír nuestros nombres: Erick Sky, Nicole Subarashi. Ella estaba postrada ante lo que parecía una pocilga modular en un edificio tan lujoso como ese, es decir, las paredes eran de madera terriblemente filtradas por moho y mugre, en el suelo, si se podía llamar suelo a eso y era recubierto con un montón de paja que nos serviría de cama en la proximidad pensaba en la necesidad de tener algo parecido a eso y el asco visual que me causaba observar esa habitación, sin embargo, esa mujer, sabía al momento de conocimientos sexuales, se encontraba postrada ahí como esperándonos o cocinando la escena que se tomaría en esa pocilga. A pesar de la habitación, Hatsune llevaba puesto un hermoso traje cuya firma no pude reconocer ya que estaba a punto de deshacerse del mismo.


Gracias por venir, es un placer tenerlos a ambos en esta HUMILDE instancia, dijo Hatsune en tono provocativamente seductor

–El placer es nuestro, aunque…, repliqué

–Es un extraño lugar para recibir a alguien, añadió Erick

–No hay problema, esta oficina me ha servido en muchas ocaciones, estoy segura de que nos servirá el día de hoy, afirmó Hatsune en el mismo tono


¿Nos servirá? ¿Qué significa eso? Debe ser que quiere que nos imaginemos siendo pobres y ganándonos la vida como lo harían en el campo, supongo que las campesinas son mejores amantes que las citadinas de New York estos días…


–De acuerdo, hagamos esto de una vez, dijo Hatsune


Y comenzó a hacerse camino hacia nosotros mientras se desprendía de sus finas prendas de un diseñador desconocido; ella, poseía una hermosa cara y un cabello negro como la noche que la enmarcaba en un perfecto CHIC al mejor estilo de las pasarelas en Londres

.

–Erick, ¿qué te pasa? ¿Te comió la lengua el gato? Vamos, venga acá y dígame qué te parece este par, sugirió Hatsune


Pero su cuerpo no respondía, simplemente se quedó petrificado ante ese par de 39B que se le eran ofrecidas en bandeja de plata. Ella tomó sus manos y mi mente se enfureció con un enorme y rojo “PERRA, SUELTA A MI MARIDO”, pero luego vi sus ojos y descubrí que ya era demasiado tarde para él, se encontraba acariciando esos pechos blancos que pronto desatarían la furia de dos pezones rosas tan duros como el pene de mi esposo mientras lo hacía. Mi mente se fue difuminando hasta que llego a nublarse de la confusión que tenía, es decir, mi esposo de toda la vida estaba siendo seducido por una mujer que acaba de conocer, y para completar en mis propios ojos, maldición, si no la mataba pronto, se lo lleva a esa cama improvisada y de 50centavos ahí en el suelo y la cogería como me lo hace a mi –o incluso hasta mejor, incluso podría hacerla llorar si eso quisiera, de eso estoy segura, tendría las más gratificantes penetradas de su vida y sería aún más excitante que yo esté en la misma habitación donde la cogen como la PERRA que es–. Decidí competir con ella, ya que era la única forma de sacar de trance a Erick y hacer respetar mi lugar como legitima soberana ante ese gustoso miembro que logró engancharme por 4 años y contando.


Mi ropa desapareció de la faz de la tierra en segundos, no tenía tiempo que perder, Miku ya se encontraba desvistiendo a mi marido y sonriéndole con travesura mientras lo besaba como lo harían los franceses y su cuerpo manchaban el pantalón de Erick ya que la muy descarada era una de esas que tienen multi-orgamos y se excitaban con tan solo la idea de tener sexo con el marido de otra.


–Llegué yo, dije con voz firme

–Ya era hora mi pequeña princesa, replicó Miku

–Ahora veamos si esos doctorados te sirven a la hora de enfrentarte ante la mujer que le ha dado placer durante cuatro años a este hombre, respondí con vigorosa aptitud de hembra

–Tranquila princesa, no se trata de complacer a este ser, sólo quiero ayudarles a ser mejor pareja, gimió Miku mientras le quitaba el pantalón de Erick


Me arrodillé para enseñarle a esa pequeña Dra. Como se debía hacer, y para acelerar el proceso de mi victoria, ella se quedó ahí mirándome mientras le bajaba los pantalones a mi esposo y su interior junto a ellos. Me dirigía hacia adelante para meter dentro de mi boca La-Cosa-Esa-Que-Me-Fascina, cuando ella me interceptó con uno de sus dedos y adentró su pene hasta los confines de su garganta y se ahogaba mientras lo hacía. Mi boca decidida a chupar de su pene, se dejó llevar por su debilidad y comenzó a lamer, chupar, tragar, mamar el dedo de la doctora como si de el sexo de Erick se tratará, lo que la excito de tal forma que la llevo hasta un verdadero orgasmo que hizo que mordiera levemente el pene de él y dejando escapar un gritillo de entre sus dientes; los de Erick.


–Novata, no sabes mamar ni siquiera una paleta de un hombre, ¿cómo pretender enseñarnos algo?, dijo con suavidad mi novio

–Lo… siento… mucho… no, en serio… no fue mi intención, dijo temblorosa Miku

–No te preocupes, pero debes resolver tus errores, querida doctora, respondió Erick


Y la empujó hacia el montón de paja que había en el suelo, la muy tonta desplego un grito de niña mientras era dominada por las manos de él. La recostó y ella suplicaba que la perdonase, que no le hiciera daño, que podía pagar cualquier suma de dinero si era necesario. Pero él hacía caso omiso, su interés era otro, ella debía pagar de otra forma, una forma que aún no pasaba sobre la mente de Miku.


–Debes ser suya, dije con voz baja

– ¿¡Qué!? No puedo hacer eso y lo sabes!! Refunfuño Miku

–No seas tímida, ya he visto lo que eres capaz de hacer para cumplir con la promesa que hiciste al graduarte de medicina, ¿o seducción quise decir? Quien sabe… añadió Erick con la soberbia que le caracterizaba en los tribunales penales a los cuales acudía con frecuencia


Y así sucedió él la acostó, elevo sus piernas hacia el infinito y se puso exactamente detrás del camino que se abría ante él, sus manos se posaron en cada uno a los lados de sus hermosos pechos y las manos de ella simplemente se abrieron para recibir ese hombre que acababa de conocer y que la haría suya. En un principio pensé en lamer sus bolas mientras él la penetraba pero sabía que en el sexo suele ser muy brusco, así que decidí dejarlo en paz y sentarme a un lado de ellos mientras me tocaba tímida en secreto.


–Ahhh, Erick, ahí está tu esposa, por favor, detente ahora mismo

–Ni lo pienses, ella sabe que no puede interferir en esto

–Ahhh, Erick, ¡hazlo! ¡Hazlo de una vez y acabemos!


Quizás Miku no era una adivina pero fue justo eso lo que pasó, esa Barbie estaba siendo violada por mi marido como lo haría un pervertido con una niña con 18 años recién cumplidos en su fiesta de “Mírenme ya soy adulta”. Su vagina no paraba de escupir fluidos y remojar el grueso miembro de su amante casual, él parecía que estaba en otro mundo, en otra galaxia muy distante a ésta, no tenía ninguna expresión en la cara. Nunca pude verlo así ya que en el sexo yo cierro los ojos lo más fuerte que puedo y es lo que ella estaba haciendo en ese momento, de modo que solo podía sentir su pene entrar y salir y modificando el tamaño de su vagina para que sea apto para el de grosor de su pene, y la profunda respiración que practicaba Erick mientras penetraba a mí, a ella, o a cualquiera. Ella gritaba como demente pero no tan fuerte como lo haría yo, esto le llamó la atención a Erick quien recogió sus piernas y las juntó mientras las mantenía elevadas. Me tomó con la otra mano que tenía libre a uno de mis brazos y me transporto hacía él, hizo una seña para que hiciera lo que se me veía en cara. Sexo oral ¿dónde? Sabía la localización, e incluso en inglés: Miku’s clítoris. Mi lengua jugueteaba con su clítoris y la hacía chillar como lo debía hacer una mujer mientras tiene relaciones sexuales con su pareja, sea hombre o mujer, debía chillar a todo pulmón. Eso a él le encantó, y embestía aún más fuerte, me tomaba del cabello el cual estaba recogido gracias a una extravagante cola de color roja sobre el mismo. Me arrancó tal cosa del cabello e hizo las funciones de la cola pero con sus manos y me empujaba con fuerza sobrehumana hacia la vagina de esa mujer. Cuando tuvo suficiente, me levanto de la misma forma (cogida del cabello) y me empujo para caer encima de ella, quien gemía fuerte y esbozaba lo parecido al intermedio entre una sonrisa y un llanto de placer. Escupió saliva desde arriba y calló fría justo en la entrada de mi vagina. Yo al ver la cara de Miku quise besarla de inmediato, y lo hice. La besé para que parara con ese jadeo estúpido y se centrara en el acto. Erick me penetro de una sola vez cosa que hizo que gritara ya que nunca mi vagina quiso acoplarse al grosos de su pene, siempre era una agonía permitir que Esa-Cosa-Que-Me-Fascina entrará en mí, pero lo hizo y me embestía con aún más vigorosidad que la que le había regalado a la Dra. Hatsune quien era presa de jadeos involuntarios para recobrar el aliento que le había robado mi dulce esposo.


–Uy! Miren lo que me encontré al final de mis manos, tres dedos parlanchines, me piden algo que no logro escuchar… ummm… un momento, parece que son más elocuentes ¡Bingo! Quieren… ¿entrar en una cueva? Malditos dedos aventureros, nunca cambiarán


Y Erick procedió a incluir tres de sus dedos de la mano derecha en la debilitada vagina de mi pareja sexual, ella no pudo sino continuar con la canción que estaba entonando hace unos minutos atrás y de pronto éramos un dueto entonando la misma pieza titulada:


ERICK NO TE PARES, NO TE PARES, NO TE PARES…


–Es parecido a un reggaetón, o algo así, dijo Erick con evidente sarcasmo


Yo estaba impregnada de mis propios fluidos vaginales, y Miku estaba aún más mojada ya que mis jugos calientes caían directamente hacia su vagina y se conjugaban con los de ella y era un caldero ahí adentro que cocinaban a fuego alto; los dedos de Erick. Nos dedicamos a ser víctimas de él mientras regresaba de esa galaxia y dejaba de ser un ser superior para empezar a ser un humano que sentía placer y que eyaculaba cuando llegaba a su punto máximo de excitación, o algo así.


–Dra. ¿Y esto en qué nos ayudará?, dije sonriendo con vehemencia por el pene que tenía en mi cuerpo

–Calla, esto no estaba en mis planes, se suponía que eran usted…. AHHHHHHHH, gritó una vez más Miku


Uno de esos grandes orgasmos que deciden que no puedes continuar en el sexo había llegado al cuerpo desde un planeta distante de Miku, y suplicaba que no siguiéramos, que necesitaba descansar, que era demasiado para ella; y por otra parte, gritaba unos jeroglíficos sónicos que descifrados respondían a algunos: SIGUE, SIGUE, SIGUE, SIGUE, NO TE DETENGAS POR NADA DEL MUNDO; RÓMPEME TODA, TE LO SUPLICO; HAZLO MÁS DURO, ¿ESO ES TODO LO QUE TIENES?, AYYY DIOS MÍO DAME FUERZAS PARA QUE ESTE HOMBRE ME LAS QUITE. Y seguía así durante toda la “sesión de parejas para mejorar la relación”. El hombre empezaba a ser humano y empezaba a gemir por sentir el calor que había en esa pocilga de oficina y empezar a tener discernimiento de lo que estaba haciéndonos a ambas, pasado esto, se dejo caer ante otro montón de pajas y Miku y yo decidimos que era la hora de nuestra venganza, su pene aún no había eyaculado y seguía tan firme como uno de esos guardias en el palacio de Buckingham con unos sombreros altos, peludos y negros. Cabalgamos en él, Miku decidió que quería volver a sentir ese extraño miembro entre sus piernas y yo acepté, pose mi vagina totalmente empapada en la boca de éste muchacho y comenzó de esta forma nuestra venganza.


–Mujer, este hombre sí que está duro, dijo con placer la ex doctora de medicina Miku Hatsune

–Sí que sí, Miku, te dije que debías ser de su propiedad y es justamente lo que eres ahora, no podrás escapar de sus garras, lo tendrás en tus sueños, en tus días, cada vez que veas a alguien a la distancia pensarás que es él y no tendrás otro remedio que llamarlo para que surta lo que será a partir de ahora en adelante, Tu Medicina.


Seguimos en nuestra venganza hasta que Erick decidió que era suficiente y hábilmente se deshizo de nosotras dos, se levantó y salió por esa puerta totalmente desnudo. Nosotras que estábamos debilitadas pero aún no acabadas nos tomamos de las caderas arrodilladas y nos besamos mientras nuestros huesos pélvicos chocaban y se besaban conjuntamente, mis manos apretaban sus nalgas y las de ellas las mías, nuestros pechos chocaban y era una sensación que me excitaba hasta los poros que gritaban y no paraban de llorar lagrimas saladas que impregnaban nuestros cuerpos y nos brindaban un brillo exquisitamente provocador. Cuando yacíamos acostadas teniendo sexo femenino, Erick entró una vez más por esa puerta con la secretaria Helena quien estaba totalmente desnuda y desvaída de la misma manera, quizás aún peor que nosotros, sin duda Erick la había hecho suya durante esos 20 minutos que estuvo ausente y ahora, entraban ambos por esa puerta de roble macizo. Ya estábamos suficientemente cansadas como para pensar siquiera que debíamos empezar una vez más con otra integrante y que eso solamente significaba el principio, Erick nos tomo a las tres y nos acostó boca arriba, ordeno con un gesto pervertido a que entrelazáramos nuestras piernas en el aire; pues, parecía que sus ojos deseaban penetrarnos a las tres a la vez. Y lo hizo, el desgraciado se arrodilló ante nosotras quienes estábamos terriblemente excitadas y confundidas a la vez porque no sabíamos qué demonios tenía en mente ese ser que volvía a ser alguien de otra galaxia, de otro mundo. Su pene entraba en la vagina de Helena que se encontraba justo en el centro de nosotras, y pronto descubrimos que aún no había sido penetrada por él, pues al momento de entrar ese miembro por aquella cueva carnosa, esa mujer desplegó una orquesta de gritos y temblaba de una forma animal que nos excitaba a Miku y a mí conjuntamente. Nosotras estábamos siendo masturbadas con cada una de sus manos, y lo hacía con habilidad tal que no parábamos de dejar escapar esos fluidos que cada vez eran más escasos pero más calientes, más intensos y mucho más gruesos que los anteriores. Helena tenía la particularidad de que sus orgasmos eran largos y tan líquidos como lo era el agua que brotaba del chorro de la cocina, lo que los hacían los más abundantes y más divinos a la opinión de Ese-Extraño-Ser-Que-Nos-Penetraba. Por 6 minutos nos hizo suyas y luego por 9 minutos dejó que seamos nosotras quienes tomaramos las riendas y nos masturbemos en conjunto, incluyéndolo a él por supuesto. Nosotras mamabamos senos, labios, cuellos, orejas, clítoris, labios vaginales, bolas y un pene para nosotras tres, el cual progresivamente se estaba pareciendo más al de un humano de nuevo, y fue así, pues, cumplidos esos 6 más los 9 minutos, estábamos jadeando con la boca abierta y la lengua abierta justo al frente de Erick, el humano; que se masturbaba para invocar un fluido aún más grueso que el de nosotras que se presentaba ante la cabeza de su pene.


Era abundante, tan abundante que no sólo llenó nuestras bocas, nuestras caras y nuestros pechos se impregnaron del aroma y se empaparon de su semen, y luego sonrió, nos besó a cada una de nosotras robando un poco del semen que estaba en nuestros labios y salió por última vez por esa puerta de madera. Sólo nos quedamos ahí pensando en lo que habíamos hecho, eso suelen hacer las chicas después de todo, y con ese líquido blanco, dormimos abrazadas por alrededor dos horas. ¿Sueños líquidos? Por supuesto que lo tuvimos, pero esa es otra historia hehehe ;).

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